Que Bo! Chocolatería mexicana evolutiva
- Albertojuaa
- 6 ene 2017
- 3 Min. de lectura
Polanco es uno de mis lugares favoritos. Allí degusté la mejor comida de mi vida hasta ahora y sus avenidas han escuchado pláticas mías que atesoro con gran cariño. En su calle llamada "Julio Verne" (esquina con Presidente Masaryk) se encuentra una sucursal de "Que Bo!", un lugar especializado en chocolates propiedad de José Ramón Castillo. "Máximo exponente del cacao mexicano" y "Maestro chocolatero" son algunos de los títulos que José Ramón Castillo ha recibido a lo largo de su brillante trayectoria culinaria. Su libro kakaw fue reconocido en los Gourmand World Cookbook Awards de París con el premio especial "World Inmaterial Heritage" y el premio especial por la UNESCO como libro patrimonio de la humanidad.

Tenía la intención de ir a Que Bo! desde hace algunos meses pero las circunstancias propias de la vida me lo impidieron, así que cuando tuve la oportunidad tomé el metro, me dirigí a Polanco y entré al lugar que anhelaba conocer. La empleada me saludó con amabilidad y me mostró la carta. Yo era el único comensal de Que Bo!, así que ella tuvo la oportunidad de comentarme las diferentes opciones que el resaturante otorgaba. Ordené el menú degustación que consiste en una bebida con cacao, una chapata (elaborada con granos de cacao), tres bombones a elegir, un crème brûlée y un café Nespresso (What else?). Así que mi orden final fue: Una horchata con cacao; una chapata con pepperoni; un bombón de mole, uno de mezcal y uno de café de olla; un crème brûlée de chocolate de metate; y un capuchino. Era evidente que mi peso fue lo último que me preocupó. La horchata era deliciosa, poco dulce y con un ligero (pero nunca escondido) sabor a cacao. Aunque la chapata estaba buena nunca logré percibir la diferencia de sabor que imagino debería otorgar un pan hecho con cacao. Los bombones eran ya un platillo visual. Cada uno tenía un diseño único: armonioso y mexicanamente colorido. También tenían las iniciales de José Ramón. El bombón de mole era muy bueno, los sabores de chocolate y mole eran ligeros por lo que en ningún momento me sentí hostigado por alguno. Conjugados lograron una combinación muy particular y -a mi manera de percibir los sabores- bastante satisfactoria al gusto. El bombón de mezcal siguió los mismos pasos: Sabores ligeros pero perfectamente reconocibles tanto de la bebida como del chocolate que lograron otra combinación exitosa. El bombón de café de olla fue mi favorito, aquí el sabor del café era intenso pero nunca al grado de ser empalagoso. A pesar de ello el chocolate nunca pasó desapercibido. Eso me fascinó. Posteriormente llegó el crème brûlée –uno de mis postres favoritos desde que tengo uso de razón. Mi expectativa era por consiguiente mucho más alta, no sólo por la preferencia ante el plato sino porque tendría chocolate de metate como protagonista y eso atentaba contra los numerosos recuerdos del postre que yo tenía. Desde el primer bocado quedé embelesado por lo que mis sentidos degustaban. El sabor de la costra del postre, algo que nunca me ha terminado de convencer, pasó desapercibida para dar lugar a una crema extraordinaria. Su sabor era claramente dominado por el chocolate (que era exquisito por sí mismo) y tenía una consistencia que rompió con mi concepción usual del plato. Finalmente, el café Nespresso (What else?) me pareció tan bueno por sí mismo que no sentí la necesidad de corromper su sabor con endulzantes externos. La expectativa fue superada una vez más. Los platos de Que Bo! resultaron ser ejemplos magníficos de los sabores mexicanos que con mucho orgullo José Ramón Castillo conjuga en visiones claramente exitosas. Ahora me corresponde completar toda la experiencia que Que Bo! ofrece: Degustar todos sus bombones, trufas y bebidas con cacao se ha convertido en un objetivo que espero cumplir paulatinamente. Una felicitación muy enérgica a José Ramón Castillo por lograr sabores únicos y ser otro gran y orgulloso representante de la gastronomía mexicana.






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